Por: Ronaldo Sierra Zapata.
En el corregimiento de San Antonio de Prado se comenta que hay más edificaciones que vías adecuadas para su conexión. Debido al auge de la construcción, algunas vías solo cuentan con entrada, y se espera que próximamente sean comunicadas entre barrios a través de nuevos puentes y carreteras.

Sin embargo, estas obras no serán ejecutadas por entidades como Invías ni por la Secretaría de Movilidad e Infraestructura, sino directamente por las constructoras.
Para estas entidades públicas, resulta más económico permitir la construcción de edificios y urbanizaciones sin garantizar el desarrollo del sistema vial necesario. Esto ha generado serios inconvenientes en el corregimiento, como la insuficiencia de agua potable para atender la creciente demanda de los nuevos proyectos habitacionales.
Un ejemplo de esta problemática ocurrió hace siete años con el edificio Manzanillo, que enfrentó dificultades en el suministro de agua: primero por falta de cantidad suficiente para abastecer los pisos superiores y luego por baja presión.

Actualmente, hay terrenos en diversas etapas: algunos en venta, otros en proceso de obtener licencias, y varios listos para construir. Sin embargo, las vías existentes no están diseñadas para soportar la capacidad vehicular que esto implica. Además, muchas urbanizaciones no cuentan con el número de parqueaderos adecuados por apartamento.
En el caso de Manzanillo, por ejemplo, no se cumple con la cantidad mínima de parqueaderos por habitante, lo que obliga a muchos residentes a dejar sus vehículos en las calles. Esto genera un caos vehicular evidente, especialmente en zonas como Barichara, donde las calles, aunque cuentan con parqueaderos, son tan estrechas que el estacionamiento desordenado impide una circulación fluida.

Si no se implementan controles efectivos y una planificación vial adecuada, incluso ampliaciones significativas de las carreteras no resolverán los problemas de movilidad en la zona.

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